17 marzo 2006

Dialogándome




Las rodillas serenas y el vientre callado. Los conitos de los codos dejan su huella en el colchón. ¡La recoñeta! ¡Esa no es pose para un caballero! Pose poso pozo. ¡No se me dé esos aires de aliterador! La negrura de… ¡No empiece con tristezas, libéreseme de las J hodonas! Lanzas las letras, se clavan en ramas, pido mi escudo, se ahogan las canas. ¡Eso esta mejor, pero qué cabezotón hodón con la rima! Bañera de muelles, hilos de caracol sorben las mieles. ¡Guarrote! Estilos e hilos, ¿y si tiro?, la bobina se escapa, rueda por el suelo y plop, un saltito de nada, rebotando en talones, aguardan la mirada. La vista sigue el hilo, el hilo la bobina, la bobina el talón manzanero que pisando una alfombra de ricos aromas se despega se pega se despega se pega hasta llegar a la aurora que sudan mis yemas. Boreal. Verde. ¡Qué arrancadota de uinas sin psás! El vientre interviene, son ruidos de olas, subebajas de listos zarzales. Zarza. Me enzarzo en espirales de letras sangrantes de espinas veloces. Escucha, que viene ¡¿Quién?! El punto, míralo. ¡Acaso le importa a usted el tamaño de las vahinotas! Sábanas frescas en cuerpos gastados, libélulas de antaño, revoloteo voyeur de plumas con palo. ¡Eso no lo entiendo, Sr. R.! Ni yo, ni ellos, ni nadie, ni el hambre de noches sin pastis, sin ays, sin flippins’ de muertes babosas en risas de uno, de cien, de todos los Revols, zarpando la J, brinca la lanza, espalda inflamada. Ay. Cristal templado.

15 marzo 2006


Ausencias de presencias nunca vistas. Tiempo volátil se fuga entre el cuchillo y la tostada. Mermeladas etéreas de ciruela untadas en palmas de manos extendidas. Milímetros de piel inexplorada. El brote rompe la rama. Soy el hombre-charco. ¡Salta! ¡Salta con saña! Que mis gotas ya te alcanzan. ¡Más! Que trepan por un fémur recubierto de piel salada. Arenas gastadas por espaldas solitarias. Aturdidas por el encuentro de verdes y tambores. Entre vértebras mi dedo silueta vanidades incorpóreas. No deseas. No vives. Quieres. Duermes. Letargo de lagartijas. Confían su sueño bajo piedras, piedras, piedras… entrechocan y chispas revolotean en tu estómago ¿recuerdas? Y me enlazas. Me muestro humilde para luego cortarte la cola. No importa. Luego crece. Y una uña que se rompe, se engancha en lanas que rechinan, levanta pieles ya gastadas, carne pétrea, lápida dura, fría, rugosa, antigua, sonora, con la lluvia refleja tu rostro: plano largo aéreo, cara vacía de contornos en la piedra, en el charco, en el cuerpo. Manos en gabardina, blanco, negro y un pañuelo verde en el cuello. Plano corto, palma de mano con uña rota arrojando el pañuelo, se posa en la fría losa, una gota se desliza, movimiento antinatural trepando por tu pierna. El viento mueve las ramas, vuelan pólenes penetrando la tierra abierta, el charco se arruga, el rostro se difumina. Una isla de musgo navega por el agua. De orilla a orilla. Lenta. Explora. Se hunde. Se funde. Nenúfares de plata nacen en mi almohada. Fin.
Encienden las luces. La función ha terminado. Único pase. Absoluto fracaso. Los actores en el paro. Las flores, los brindis, las sonrisas, las ovaciones en baúles bajo llave.
Los críticos críticos critican críticas críticas. ¡La gente quiere odios a las sopas, insomnios banales, cotidianos parajes! Las palabras que no se enlazan arden en piras sutiles, perecen gritando sus nombres. ¡Charco! ¡Piedra! ¡Verde!. Un grillo grillea. Cri cri. ¿Quién se va? ¡Yo no!

13 marzo 2006

Carcoma


Dilato un segundo y de él nacen retales obsesos con calmar el tedio. Sin embargo no logro extraerlos, algo o alguien los aprisiona sin dejarlos escapar. Así navego, lleno de principios, de atisbos, que terminan por pudrirse y desprenderse de las escamas de mi difunta nostalgia. Vislumbro futuros y entierro presentes, lanzo mi pala en caída infinita. Dejo una estela de polvo suspendido que se posa sobre almas impolutas. ¡Carcoma!, haz tu trabajo: Ilusión ilusión ilusión ilusión ilusión fracaso ilusión fracaso ilusión fracaso fracaso fracaso frustración fracaso frustración fracaso frustración frustración frustración tedio frustración tedio frustración tedio tedio tedio tedio coma tedio coma tedio coma coma coma coma despertar coma despertar coma despertar despertar despertar despertar ilusión despertar ilusión despertar ilusión ilusión ilusión ilusión fracaso…

¿Alegre? Ma non troppo.

Lanzo una granada sobre mis palabras. Estalla la rabia, se pierde en la nada. Entre cinismo y desidia se encuentra mi morada. Sabiduría de la derrota, la vieja máxima. También hay luces, aunque lejanas, contornos difusos ¿qué es esto? ¿y aquello?. Déjalo. No quiero saberlo. Basta con la media sonrisa que levanta tus palabras.

Abro una puerta y me largo. Saltos, cabriolas, funambulismo en el vello agazapado, ¡charcos charcos! ¿qué hay en mi mano? La abro: una nube de humo me envuelve. Adopta la forma de tu rostro. Se deshace en el aire. Vuelve. No, no. No vuelvas. Me regodeo en mis cenizas, el confeti de mi fiesta, fiesta negra de huellas presurosas. Huyo. Huyo del triste dolor, dolor ingrato, que en mi dolor locura es el trato…Escucha: repiquetea la lluvia acerada de lanzas sangrantes, escupida por lenguas como ballestas.

Pero queda la esencia, te la regalo: Hoy te veré de nuevo sin tocarte. Te haré un vestido de palabras para luego desnudarte.

¿Hastiado? Ma non troppo.

Quédate.

03 marzo 2006

Crujido

02 marzo 2006

Rasgo



Deslumbrado por las pinceladas que esbozabas, largas, de mis letras a puentes tendidos en caracteres tumbados que bordeaban tu cuerpo, vacié mi líquido encefálico en tu copa esmeralda. Hipnosis, destellos. Bebiste con ganas, te supo amarga y escupiste en mi rabia se tornó más sabia giró los talones y por allá se fue cantando canciones. Quedó una traza, un regusto, como al morder la naranja en verano se llena en la boca su jugo, y lo retienes hasta que se calienta y no refresca. Así también yo escupo en tu cara. ¿Repulsión? Y si después la recorro con mi lengua para volver a sorberla ¿Depravación? No hay norte ni sur, solo una rampa que va a un agujero, y agarrado a una raíz espero. Soy un sfumato, una niebla de ideas que no se ordenan, no pactan, no se alienan, el humo de un cigarro que nadie saborea, una lluvia que no moja, un viento que no seca la ropa, la silueta del envés de un pie que descalzo me roza, pero ya... no espero más... y rabia, carácter, hambre, hombre, animal, salvaje. Nunca uso traje ¿lo sabías?

Juguete roto


¡Despierta, despierta!

Mmmm

Pit despierta, que son las diez, joder, hace más de una hora que debías estar en la estación. Que son las diez, Pit, despierta.

La luz entró como una granada en la habitación. Tiró de la persiana de golpe, con un estruendo que hizo a Pit hundir la cabeza en la almohada.

Mmmm

Pit levántate, joder, que son las diez, que ya ha llegado el paquete, que está en la estación esperando.

Se levantó de un salto, con los ojos aun medio cerrados y la cara algo hinchada.

¿Cómo no me has llamado antes? Sabes lo importante que es para mí ese paquete, decía mientras a la pata coja se metía dentro de sus arrugados patalones. Debiste haberme llamado a las ocho. He perdido dos horas… debiste haberme llamado, Lin.

Oye Pit, cálmate, no soy tu criada, y ya son las diez, no vamos a discutir ahora… vístete anda, que llamaré un taxi, ya has perdido demasiado tiempo.

Joder, las diez.


La caja era de madera sin barnizar, como las de las botellas de vino baratas. Había arrancado ya el papel marrón de embalar, con prisas, con ansia, que ahora estaba tirado en multitud de trozos arrugados e irregulares en el suelo. La tapa se deslizaba hacia fuera, la arrastró, y allí estaba entre virutas. Sus ojos se iluminaron, la boca entreabierta y el gesto paralizado. Lin fumaba sentada en la mesa, ajena, como obligada. Él estaba de pie, parecía contemplar un hijo recién nacido.

Si en ese momento hubiese sabido que aquella hermosa pieza de coleccionista, tres años después, iba a salir volando de su mano, cruzar todo el salón hasta impactar en la cabeza de Lin y convertir los valiosos cristales en astillas hundidas en su hermosa cara de niña francesa, si lo hubiese sabido…

El teclear lo distrae. Le parece mentira que aun se empleen máquinas de escribir. Los bastoncillos vuelan veloces, del carro al folio, detallando su culpa. Lleva tres días sin dormir, soportando las miradas despectivas de funcionarios beatos, ellos no saben, no entienden…

Lin ha ido a verlo. Le ha dado vergüenza presentarse ante ella con ese uniforme ridículo. Se lo dijeron el día anterior y había estado toda la noche pensando, midiendo sus palabras. En definitiva habían pasado seis años. Por la mañana, mientras se afeitaba, decidió pedirle perdón. Otra oportunidad, quién sabe.

Hola Lin; en la garganta tenía un nudo, apenas podía balbucear. Ella estaba tan guapa como siempre, en la mejilla unas pequeñas cicatrices, casi imperceptibles.

Pit. Te queda poco, Pit. Solo he venido para decirte que no me busques jamás, que te odiaré siempre. Te dejo un paquete. Adiós Pit.


La caja era de madera sin barnizar, como las de las botellas de vino baratas… las mismas virutas… los mismos ojos iluminados, esta vez por la rabia. Lo lanzó con fuerza contra la pared de la celda. Era un juguete antiguo y roto. El mismo que había volado de su mano aquél día. No valía nada ya. Como él.


01 marzo 2006

-ND-



Liquen vistiendo la rama, humo envolviendo la carne, demoras, esperas, palacios de letras, vallas eléctricas. ¿Dónde está el verbo? Comiendo tu sexo. Doblando los dedos, gastando los dientes, rechinando las rimas, violando gerundios, saltando los tiempos, luciendo indecencias, reventando las pieles de verdes carnales; gritando a los cielos, enterrando los miedos, punzando los hielos, clavando cristales, vertiendo en manantiales lujurias traídas de valles ignotos, turbias miradas a un perro verde, un sol naranja, un árbol de brumas, un suelo de ojos sagaces mirando tu falda, explotando a tu paso, pervirtiendo humores, expulsando gerundios por bocas sifones...

Después pisoteas, uno, dos, cien, mil, todos, ahora son negros, paseando entre ellos nos abandonan los nuestros, las pieles, los cabellos, nos quedan los huesos, no se despegan, no se alteran, absortos se beben los jugos, hilvanan adioses, gastan vaivenes. Se oye el llanto de millones de seres, lágrimas-flecha rebotan en paredes exhaustas, resbalan lentas, tristes, vuelven al suelo, suspenden los cuerpos, los huesos mutan en piedra, las risas vuelan en delicadas alfombras. Yo no uso almohada.

Crujido