CAIN
En venganza a mi castigo fratricida, destruyo toda muestra de mi verdugo en las almas que crea, artesano de ceguera, ceguera de mi envidia, envidia madre de mi instinto asesino. Vago errante, mi inmortalidad consume mi cordura pero no así mi hambre de destrucción espiritual... lo que me convierte en más salvaje, irracional, terrorífico, la frialdad de mi psicosis me hace insensible a sus estridentes súplicas, a sus alaridos que me imploran piedad; yacen inertes, exhaustas con su carne intacta y su espíritu herido de muerte.
Dolor constante, desnudo, frío, indolente