16 enero 2006

Crimen y castigo





En este mundo no hay nada mas difícil que la franqueza ni nada más fácil que la adulación. Si en la franqueza entra solo la centésima parte de una nota falsa, enseguida se produce una disonancia, y a ésta le sigue el desastre. Pero en la adulación, aunque todo es falso hasta la última nota, siempre es agradable y se escucha con placer.
A cada paso la respiración se agita, el corazón se acelera, el vértigo le impide pensar, la fiebre perla su frente de sudor, y siente la presión de todo el universo sobre sus sienes. La culpa, inculcada desde la salida del vientre materno, adquiría dimensiones colosales, solo queda postrarse, implorar piedad y ponerse el yugo uniéndose a la cuerda de presos que tiran del carro de los poderosos, inyectores de culpas, recolectores de odios, consumidores de almas vacuas.